Un salón Montessori

Un salón Montessori

Lo primero que llama la atención al entrar en un ambiente Montessori es la belleza de este material, y este es un momento importante para destacar que la Educación Montessori, no es el material, el material es solo un medio. Montessori es mucho más que el material, es una actitud, es una manera de vivir y, aunque el ambiente es muy hermoso, lo que el material está proporcionando al niño es la posibilidad de sentirse en libertad para explorar. Quiere decir que este niño puede tomar el material y trabajar con él el tiempo que él quiere para asimilar diferentes aspectos y conocimientos.

Cuando observamos un ambiente Montessori, nos encontramos algo parecido a esto:

Un salón rodeado de estantes, sobre los estantes una gran variedad de material muy atractivo y de madera. En el centro del salón mesas individuales y grupales con sus sillas y un grupo de niños muy ocupados. Algunos están trabajando en sus mesas, cada uno con un material distinto, otros están trabajando en el suelo sobre alfombritas. La guía se encuentra sentada en un taburete pequeño al lado de uno de los niños y le está dando una presentación del material. El ruido será mínimo.

Un salón Montessori

Hay niños de distintas edades pero tal vez lo que más llama la atención es que los niños trabajan sin que nadie los dirija. La guía está ocupada con un@ de l@s niñ@s pero tod@s l@s demás están concentrados en su actividad específica.

En Montessori, l@s alumn@s no están dividid@s por edades como en las escuelas tradicionales.

L@s niñ@s hasta la edad de tres años están en Comunidad Infantil, de 3 a 6 en Casa de los Niños, y la primaria puede estar dividida en dos grupos de 6 a 9 en Taller 1 y de 9 a12, en Taller 2 o, se puede crear un único grupo de 6 a 12 años.

Esto quiere decir que en cada salón hay material para las diferentes edades. La convivencia de las diferentes franjas de edad enriquece enormemente el día a día. En un ambiente Montessori es frecuente encontrar a un niño mayor ayudando a una niña más pequeña, reforzando de esta manera sus destrezas y habilidades y por otro lado, a l@s más pequeñ@s observando casi con admiración el trabajo de los más mayores, referencias directas en su desarrollo.

La vida en Comunidad se refuerza y crece cada día con las experiencias que se reciben desde cada edad, desde cada ritmo, desde cada corazón.